Romanos 3:22-24 Dios Justifica los Impíos

"Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria."

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 Estudios Biblicos amacristo.com"La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3:22-24).

 

Dios Justifica los Impíos

El infinitamente santo justo Jehová Dios justifica a los pecadores impíos.

Esa es la mejor noticia que yo he recibido.

¿Eso significa que Dios declara al pecador justo, o hace a un pecador justo?

La justificación es un término legal que significa que Dios declara que un pecador es justo. Esto es la santificación por la cual Dios hace al pecador justo.

Vamos a tener cuidado de no poner la carreta delante del caballo. La justificación  viene primero. Dios justifica al pecador que se reconoce a sí mismo  que él es impío, y él mismo no puede hacerse justo ante Dios.

Dios justifica no a los justos, no a la gente buena, la gente no santa, pero a los impíos.

Todos los hombres por naturaleza son impíos. El pensamiento mismo golpea contra nuestro corazón pecaminoso. Esto hiere nuestra conciencia. Ser impío es ser diferente  a Dios. Este es el tipo de persona que Dios justifica. Es un hecho que ningún individuo puede hacer nada para merecer una relación correcta con un Dios perfectamente santo.

Esta perfectamente claro en la Palabra de Dios que cada persona es un pecador. Nadie esta a la altura de las "verdades espirituales" que  nos han sido reveladas, incluso acerca de la naturaleza de Dios (Romanos 1:18-23). Todos somos culpables ante Sus ojos.

 "No hay nadie que busque a Dios." La verdad es nosotros buscamos nuestras propios caminos egoístas. Nosotros seguimos los deseos de nuestros corazones egoístas (1:24-32). Nosotros siempre seguimos nuestra voluntad de pecado hasta que Dios interviene en Su gracia soberana.

Este conocimiento de Dios hace al pecador consciente de sí mismo. Los impíos siempre piensan que pueden pecar con inmunidad. "Dios juzgará a la otra persona, pero no a mí." En nuestro pensamiento mágico, nosotros decimos seguramente Él no me va a juzgar.

Dios permite que el corazón rebelde y pecador encuentre su satisfacción. Tres veces en el capítulo uno de Romanos el apóstol Pablo dice, "Dios los entregó" (1:24, 26, 28). Los primeros capítulos de Romanos describen el corazón impío que busca su propia voluntad. Pablo demuestra claramente hasta qué punto los impíos irán en su búsqueda de un estilo de vida pecaminoso.

Los hombres y las mujeres están perdidos sin Cristo. Nadie puede salvarse a sí mismo. Todo el mundo necesita el Salvador, porque "la paga del pecado es muerte" (6:23).

Los filósofos y los líderes religiosos no pueden salvarse a sí mismos. Incluso si usted no ha sido tan malo como alguien más, aún usted, no merece una correcta relación con un Dios santo y justo. El libro de Romanos golpea en nuestro auto-engaño diciendo en efecto, "Usted que juzga a los demás, esta haciendo exactamente lo mismo, sólo se cubre y trata de ocultar sus pecados de usted mismo y de otros. Sin embargo, el hecho es que usted es culpable ante un Dios santo. Usted puede no ser tan descarado como un líder de la mafia o un líder de una pandilla, pero usted sigue cometiendo pecados y tratando de justificarse a sí mismo”.

La Biblia declara: "No hay justo, ni aun uno" (3:10). No hay excepciones. "No, ni aún uno." Todos están bajo el pecado. Todo el mundo es culpable. ¿Cuántos son justos? "No, ni aún uno." "No hay justo, ni aun uno." Todos hemos pecado. "No hay nadie que haga el bien, ni aun uno".

La verdad es que nadie puede ayudarse a sí mismo para ser salvo. Nosotros no podemos limpiar nuestros corazones. No podemos hacernos mejores, no importa lo duro que usted puede intentar. Usted no puede purificar un pozo negro de iniquidad, porque "del corazón salen los malos pensamientos, las fornicaciones, el adulterio", etc. (Marcos 7:20-23).

Lo primero que nosotros tenemos que aprender como pecadores impíos es que no hay nada que podamos hacer para cambiarnos a nosotros mismos. No es nuestro celo religioso, no son nuestras lágrimas, no es nuestra súplica, o hacer buenas obras religiosas que nos pueden salvar, o incluso nos ayudan a ser salvos. Nada en nosotros mismos puede expiar nuestros pecados. Sólo Dios puede salvar, y solamente Él. Gracias a Dios.

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(c) 2010 Mensaje por Wil Pounds   Traducido por Katia Blandin

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